Ser madre o padre de un adolescente, tiene sus desafíos. Uno imprescindible es el de poner límites a sus comportamientos para garantizar su seguridad. Sin embargo, al mismo tiempo, está el desafío de permitirle la libertad de explorar sus propias ideas y experiencias.
Un mensaje básico y que hay que dejar claro a un adolescente es: “Con la libertad viene la responsabilidad”. Mientras se negocian nuevos privilegios, también se tienen que negociar nuevas responsabilidades.
Un adolescente aún necesita ayuda para aprender a determinar qué reglas y decisiones son las mejores para él / ella y para los demás. A menudo, hay más de una forma de cocinar, limpiar una habitación u organizar el día. Pero es posible que las mamás, los papás y los adolescentes no estén de acuerdo sobre cómo se deben realizar estas y otras actividades cotidianas. Lo que acaba en desacuerdo. Lo cual no tiene porqué ser malo, ya que, cierto desacuerdo entre un padre y un adolescente es bueno. El resolver los desacuerdos brinda valiosas oportunidades de aprendizaje para los adolescentes y, de hecho, puede fortalecer las relaciones entre padres e hijos. Una forma en que las mamás, los papás y los adolescentes pueden resolver sus diferencias es a través de la negociación.
El proceso de negociación será más efectivo cuando tanto los padres como los adolescentes se tomen el tiempo para pensar en lo que dirán. Cuando sea posible, planifica con anticipación qué sitio y qué hora serán convenientes para todos. Un lugar tranquilo y neutral donde haya pocas distracciones o interrupciones es mejor para una discusión abierta.
¿Qué implica negociar?
- Comienza con una escucha paciente y activa: “¿Qué está diciendo mi hijo?” «¿Qué punto está haciendo mi hija?»
- Negociar requiere la capacidad de reconocer la legitimidad de otro punto de vista: “Tal vez me equivoqué en los hechos”. “Tal vez no tenía la imagen completa”.
- Los padres necesitan perspicacia para darse cuenta de la importancia que un problema puede tener para sus hijos. Para ti puede resultar trivial, pero para ellos no. Priorízalo. Puntúalo en una escala del 1 al 10.
- Sobre todo, los padres necesitan el coraje y la confianza para decir: «He cambiado de opinión». ¿Por qué? Puede que un hijo haya dado una buena argumentación, o que haya dado nueva información que cambia la situación. Cambiar de opinión no te hace más débil, ni resta autoridad. En lugar de disminuir, aumenta el respeto que un hijo siente, lo percibe como más justo, accesible y razonable, lo que allana el camino para futuras discusiones abiertas.
¿Cómo aplicar normas y reglas?
- Considera el punto de vista de tu hijo. Escucha lo que dice y opina acerca de las reglas. Si él no está de acuerdo, hazle saber que le escucharás y tomarás en serio lo que dice. Si estás dispuesto a escuchar sus objeciones y considerar lo que propone, estará más dispuesto a negociar. Negociar por adelantado es mil veces mejor que escabullirse a tus espaldas.
- Se claro. Hazle saber a tu hijo qué reglas son negociables y cuáles no. Por ejemplo, las reglas negociables pueden incluir hora de llegada o asignación de tareas. Las reglas no negociables incluyen cosas como conducir sin cinturón de seguridad, asistir a la escuela y beber.
- Explica las razones detrás de las reglas. Cuando los adolescentes comprenden porqué se establecieron, estarán más dispuestos a negociar nuevas reglas y tomar en consideración sus preocupaciones. Cuando los adolescentes saben lo que les preocupa a sus padres, es más probable que piensen en sus acciones. Un diálogo abierto no solo aumenta la cooperación, sino que crea un clima de enseñanza. Hablar sobre las razones detrás de las reglas fomenta la cooperación al aumentar la comprensión.
- Anímalo a dar su punto de vista. Los adolescentes que pueden presentar un argumento razonable sobre porqué creen que se deben cambiar las reglas. Además, el pensar en las reglas va junto con decidir cómo comportarse.
- Habla sobre las consecuencias. Los adolescentes a menudo piensan: «Eso no me pasará a mí». Hablar de las posibles consecuencias con anticipación ayuda a cualquier persona a planificar con anticipación. No amenaces. Da la información y expón los hechos, pero no amenaces. De esa manera, tu hijo adolescente puede pensar en su comportamiento y cambiar de dirección antes de que suceda algo.
- Toma en cuenta el comportamiento pasado. Cuando negocies las reglas con tu hijo, ten en cuenta el comportamiento pasado. Si cumple con sus responsabilidades y toma buenas decisiones, hay que reconocérselo, animarle a continuar así, y depositar mayor confianza.
- Elige las batallas con cuidado. Dale a su adolescente más libertad de acción a medida que muestre madurez en el juicio. No discutas, pelees ni hagas cumplir reglas obsoletas. Dale a tu hijo espacio para crecer y expandirse. Que pueda tener mayor voz y mayor voto.
- Respeta su opinión. Los adolescentes son más propensos a cooperar cuando se les da voz en los asuntos que les afectan.
Conclusiones finales
- Explica tu posición con la mayor calma y sencillez posible.
- Escucha y asegúrate de comprender el punto de vista de la otra persona.
- No exijas, sermonees ni saques a relucir viejos rencores.
- Sugiere y discute diferentes opciones y alternativas con las que mejor se pueda convivir.
- Si todo lo demás falla, tómate un descanso. Con la mente despejada es cuando mejor dialogamos y pensamos.
Si necesitas ayuda con tu hijo contacta con Centro Albea. Somos especialistas en psicología para adolescentes.